Chirimoyas

La chirimoya, también conocida como chirimoyo, es la fruta del árbol de nombre homónimo (chirimoyo), el cual puede alcanzar hasta 8 m de altura.

Pertenece a la familia de las annonáceas (la cual consta de 800 especies de árboles aproximadamente), es nativa del Perú y Ecuador (América del Sur), presenta frutos carnosos en baya y su nombre, que proviene del quechua, viene a significar “semillas frías” (chiri, “frío, fría”, y muya, “semillas”).

Ya se cultivaban chirimoyas en los Andes Peruanos en el año 200, por la cultura Mochica. De las 120 espécies con las que cuenta el género Anona, 20 se cultivan en el sur de Europa y en la parte tropical de América.

Nombre científico: Annona cherimola.

Hábitat

El árbol de la chirimoya se llama chirimoyo y es originario de los valles de Ecuador y del Perú, entre los Andes, y son unas áreas que se encuentran entre los 1.500 y 2.200 msnm de altitud.

En España, se introdujo antes de 1751, en el sur, en concreto en Andalucía (zona de Almuñécar, Motril y parte de Málaga). Desde ahí se llevó probablemente a Italia y al archipiélago de Madeira (Portugal), en el Atlántico. En el resto del mediterránea también podemos encontrarlo bien adaptado en Grecia, Egipto, Argelia e Israel.

Características

El chirimoyo es un árbol de crecimiento lento, que puede adquirir en su madurez una altura de 7 a 8 m, y exuberante follaje; de porte erguido y a veces ramificado irregularmente. El tallo es cilíndrico, de corteza gruesa. Posee un sistema radicular muy superficial y ramificado, originando dos o tres pisos a diferentes alturas, pero poco profundos.

Las hojas son simples, enteras, de disposición alterna y de forma ovada u ovada-lanceolada. Las yemas son compuestas y pueden originar brotes mixtos (vegetativos y florales).

Las flores, de seis pétalos amarillentos jaspeados de púrpura, hermafroditas, son muy aromáticas, poco llamativas, solitarias o en ramilletes de dos o tres, sobre un corto e inclinado pedúnculo inserto en las axilas de las hojas. El cáliz consta de 3 sépalos de color verde oscuro, pequeños y de forma triangular. La corola está formada por seis pétalos dispuestos en dos verticilos; los tres pétalos exteriores bien desarrollados son carnosos, miden de 2,5 a 4 cm de longitud y la parte superior tiene forma aquillada o triangular; los tres pétalos internos son rudimentarios, en forma de escama, ovalados o triangulares. La parte masculina de la flor consta de numerosos estambres (150-200), dispuestos helicoidalmente muy juntos sobre un receptáculo, formando una masa compacta y blanca oprimida por los pétalos. La parte femenina posee también un elevado número de carpelos (de 100 a 200), con un solo óvulo, dispuestos en espiral, formando un cono compacto en cuyos extremos se encuentran los estilos y estigmas. Al fecundarse los óvulos se desarrolla un fruto compuesto (sincarpo), como consecuencia de la fusión de los carpelos, alrededor de un receptáculo carnoso de forma alargada y cónica. Cuando la polinización es inadecuada y sólo se fecundan algunos óvulos de manera irregular, los frutos que se forman son asimétricos y deformes. La piel es fina y delicada, la superficie del fruto presenta marcas en forma de U que se corresponden con la zona de unión de los carpelos, pudiendo ser lisa o con pequeñas protuberancias. El peso puede oscilar entre 200 y 800 g. El color del fruto, según la variedad, puede ir de verde claro a verde oscuro. La pulpa es blanca, cremosa y moderadamente jugosa, con numerosas semillas de color desde marrón oscuro a negro; el sabor es subácido y delicado.

Como en todas las especies de esta familia, éste no es un fruto simple sino un agregado de frutos adheridos sobre un sólo receptáculo, producto de las pequeñas flores que se fecundan por separado. Así, la chirimoya perfecta es acorazonada y sólo se consigue en condiciones ideales de polinización, abundante y uniforme, hecha por escarabajos, como la mayoría de las especies pertenecientes al orden magnoliales, o por la mano humana. Su tamaño es similar al del pomelo. La cáscara es delgadísima y frágil; su superficie verde oscura, casi lisa, lleva como una red de sombras que demarca los límites de cada frutilla. El interior de la fruta, de color blanco, posee una textura carnosa, blanda y de sabor dulce, a veces descrita como una mezcla entre la piña, el mango y la fresa.

 

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